Por Juan Carlos Ramchandani
El pasado 11 de diciembre a la edad de 84 años
falleció en Ceuta: Doulatram Kemchand Dhanwani, más conocido por los amigos
como Dolu, y Señor Dolu por sus empleados, para los familiares era Dada (el
patriarca). Siguiendo los ritos funerarios hindúes, su cuerpo fue incinerado el
domingo 13. En el tanatorio se dieron cita un gran número de personas:
familiares, amigos, antiguos empleados y autoridades para darle un último adiós
a Dolu y mostrar sus condolencias a la esposa, hijos, nietos y demás familiares
del fallecido.
El
emprendedor
Dolu llego a nuestra ciudad a comienzos de los 1950
procedente de la India. Prácticamente de la nada y a base de mucho esfuerzo,
dedicación e innovación creo un imperio comercial. Fue un emprendedor, un empresario de éxito y
un hombre que supo mantener el equilibrio entre las tradiciones hindúes y las
españolas de la época. Fue uno de los socios fundadores de la empresa Oscar
Internacional, que ha sido un referente histórico del comercio ceutí, con su
departamento de ventas al por mayor y numerosas tiendas de venta al detalle. Dolu
trajo a nuestra ciudad el producto
estrella de la casa: los relojes Citizen, su empresa llego a convertirse en el mayor distribuidor en Europa de la firma
japonesa.
Además de dedicarse a la importación de relojes y
productos de electrónica, Dolu con el tiempo fue diversificando sus actividades
empresariales. Entre otras, creo Abyla, una empresa de construcción y venta de
edificios, accionista del restaurante Vicentino y de la empresa Mondasu
dedicada a la venta de vehículos. También durante un tiempo fue accionista del
periódico El Faro.
Sus antiguos
empleados, aun le recuerdan con afecto, fue un jefe con buenas dotes de
liderazgo y organización. Le gustaba consultar con sus encargados, que
productos traer y cuáles eran los que más se vendían. Poco a poco, fue dejando
la empresa en manos de sus hijos y opto por retirarse después de toda una vida
dedicada al trabajo.
Hombre
de familia y filántropo
Dolu, venia de una familia numerosa, y el también creo su propia gran familia. Casado
dos veces (su primera esposa falleció muy joven) tuvo ocho hijos (una hija y
siete varones). Ha sido abuelo de ocho nietos y dos nietas, más la nieta que
viene en camino y que no ha podido conocer, fruto de la unión de mi gran amigo
Meshi y su esposa Alicia. Sus hermanos y sobrinos le llamaban Dada en señal de
respeto, y siempre le consultaban en temas de negocios o familiares. Ayudo a
traer a algunos de sus familiares de la India a trabajar en España. Luego,
cuando estos se independizaron les ayudó a crear sus empresas y les daba generosas
facilidades de pago de la mercancía.
A Dolu le gustaba colaborar con la Comunidad hindú y
fue una de las personas que dio un donativo para la compra del local social.
También colaboro en diferentes obras
sociales y benéficas de grupos hindúes así como de otras religiones. Fue uno de
los miembros fundadores de la organización filantrópica Rotary Club en Ceuta.
Entre otros cargos, ostento el de tesorero y organizo un viaje turístico a la
India para los miembros rotarios.
Carta
abierta a Dada Dolu
Querido Dada,
Mis respetos y mejores deseos allá donde te
encuentres, estoy seguro que estarás muy bien acogido y libre de los
sufrimientos del cuerpo material. A pesar de que en ciertos temas hemos
discrepado bastante, entiendo que esas
diferencias de opinión se han debido a
la brecha generacional. Entre nosotros sé que había un respeto mutuo y una
callada admiración. Si tuviera que destacar algunas de tus cualidades serían:
elegancia con sencillez, humildad con afán de superación, luchador con
capacidad innata para el perdón y como no, tu generosidad para las buenas
causas.
Tuve la fortuna de conocerte en varias facetas de tu
vida, como el Padre de mi mejor amigo, pude ser testigo de que a pesar de tus
muchas responsabilidades y agotadoras jornadas de trabajo, tratabas de dedicar
un tiempo a tus hijos, que decir, que siempre le proveíste de lo mejor para que
no les faltara nada. Celebrabas sus bodas con gran pompa y te emocionabas al
verlos pasar por el altar fuera por el rito hindú o católico.
Tuve la oportunidad de trabajar durante tres años
(1985/88) en tu querida empresa Oscar Internacional, en aquella época dorada
del bazar en Ceuta. A pesar de ser yo un chaval de quince años, estaba cerca de
ti para hacerte los recados, me sentía como el ayudante de campo de un general.
En el 2003 con la ayuda de tu querido hijo Suresh,
nos embarcamos en el proyecto de hacerte un bonito homenaje en vida. Te
entreviste durante casi tres horas (creo que es la vez que más hemos hablado en
vida), luego me puse a investigar, a recopilar datos, pase días entrevistando a
familiares y personas que habían trabajado contigo. En el 2004 publicamos todo
ese trabajo, nació “Nuestros Orígenes”,
un libro que recoge tu vida y obra, ilustrado con gran cantidad de fotografías
y homenajes escritos de tus hijos. Hicimos una presentación por todo lo alto,
con una cena de gala y una proyección audiovisual. Que feliz estabas aquella
noche con tu libro homenaje y rodeado de la gente que más querías. Fui, feliz
testigo de cómo se hizo una cola de gente, y tu sentado pacientemente firmabas
ejemplares a los familiares y amigos.
Con el tiempo nuestra relación se fue diluyendo, tus
problemas de salud, mis continuos viajes y diferentes vicisitudes de la vida,
hicieron que se creara una “distancia física” entre nosotros. Siempre
preguntaba por ti a tus hijos, y alguna que otra vez te vi por la calle, no sé
si te acordabas de mí, pero tu cara esbozaba una sonrisa al verme.
Le estoy muy agradecido a la Providencia, por
haberme dado la oportunidad de poder hacerte un último servicio. Puse sobre tu
cuerpo una Harinam chadar (tela bendecida) que traje de la ciudad santa de
Vrindavan y ungí tu frente con tilak (arcilla sagrada). La capilla del
tanatorio estaba abarrotada con tu familia, amigos, trabajadores y gente que te
apreciaba. Allí, tuve el honor de dedicarte unas palabras y recitar mantras por
tu alma, justo antes de que tu cuerpo partiera hacia su último viaje, el fuego
purificador de la cremación.
El martes 15, tuvimos un hermoso amanecer, en
dos barcos fuimos a depositar tus cenizas, en las placidas aguas de la Bahía
sur. Allí en una emotiva ceremonia tus hijos, nietos y sobrinos se pudieron
despedir de ti, y yo pude al fin, ofrecerte mis servicios como purohit
(sacerdote). En el hinduismo no decimos adiós, sino decimos “Punar Darshanaya”,
nos volveremos a ver en otra vida.
Aunque físicamente te has ido, tu recuerdo perdurara en nuestra memoria para
siempre. Om Shanti, Shanti, Shanti
“Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte
en ningún momento. Ella no ha llegado a ser, no llega a ser y no llegará a ser.
El alma es innaciente, eterna, permanente y primordial. No se la mata cuando se
mata el cuerpo”.
Bhagavad.gita (2.20)
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