Vapor Kemmendine salió de Gibraltar con destino la India. |
En noviembre de 2017 comencé un nuevo proyecto literario, durante las entrevistas que lleve a cabo para recabar información para este libro, me encontré con una historia realmente interesante y desconocida para mí y mucha gente. La odisea que vivieron un grupo de indios de religión hindú, en su mayoría sindhis durante la Segunda Guerra Mundial. Mi interlocutor me pide que vaya a Gibraltar y entreviste a uno de los pocos supervivientes que vivieron de primera mano los hechos que voy a relatar. En la colonia británica y gracias a la intervención de unos amigos que me organizaron una cita con el señor Krishna Khubchand Daswani, que en la actualidad tiene 85 años. Kishu como le llaman cariñosamente, nos recibió en su domicilio y mientras degustábamos un chai (té indio) pude entrevistarle, a pesar de su avanzada edad y los casi 80 años transcurridos desde los acontecimientos que le toco vivir, sus recuerdos son muy claros, sus lagunas de memoria y posibles errores en la descripción han sido subsanados con un concienzudo trabajo de investigación que comparto en este artículo y ocupan un capítulo entero de mi próximo libro.
Aunque mis escritos casi siempre van orientados hacia a la espiritualidad y cultura hindú, este artículo es un homenaje a aquellos sindhis hindúes que perdieron la vida o fueron hechos prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial.
Atlantis barco corsario alemán. |
Llevaban varios años establecidos en Gibraltar, una colonia británica en España. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial y tras el incremento de las acciones de guerra en la zona del Mediterráneo, el gobierno de Winston Churchill decide evacuar a toda la población civil del peñón. Después de llegar a un acuerdo con el gobernador de Gibraltar, Clive Gerrad Liddell, la comunidad india obtiene el permiso de dejar allí dos trabajadores por tienda. En aquella época había 26 bazares, con lo cual se quedaron un total de 52 trabajadores. Los bazares indios garantizaban el suministro de productos de importación al creciente contingente del Ejército, la Royal Navy y la Royal Air Force destinados en Gibraltar. La mayoría de los comerciantes sindhis deciden regresar a la India hasta que la guerra terminase, o al menos que la situación mejorase (en aquella época casi nadie pensaba que la guerra iba a durar casi seis años). Los sindhis de Gibraltar se embarcaron en el vapor Kemmendine, barco matriculado en Glasgow (Escocia) con capacidad para carga y pasaje. La ruta planeada era bordear Ciudad del Cabo (Sudáfrica), evitando el Canal de Suez y la presencia de submarinos alemanes e italianos, que hundían todos los barcos con pabellón británico, llegar hasta Rangún (Birmania) y de allí proseguir en tren hasta la India. Para la mayoría de los pasajeros su destino final era llegar a Hyderabad en el estado del Sindh (hoy en día en Pakistán).
Entre los casi cien pasajeros de origen indio que iban a bordo muchos se conocían de Gibraltar. Afrontaron el viaje con la incertidumbre de que el barco fuera torpedeado en cualquier momento, pero al mismo tiempo van con la esperanza de regresar a la India y pasar un tiempo allí, para una vez terminada la guerra regresar a Europa y continuar al frente de sus respectivos negocios.
Tirranna, barco noruego capturado por los alemanes. |
Todos los jueves a las 10 de la mañana hacían prácticas de como abandonar el barco en caso de hundimiento y colocarse los chalecos salvavidas. El 13 de julio de 1940 a 700 millas de Ceylán (Sri Lanka) el Kemmendine es atacado por lo que aparentemente parecía otro barco mercante, pero se trataba del Atlantis, un barco corsario alemán que, camuflado como buque civil de transporte, capturaba y hundía barcos británicos y de sus aliados. El Atlantis dispara unas salvas de aviso con su cañón de 75mm para que el Kemmendine pare maquinas. Según nos cuenta en una entrevista grabada el señor Krishna Khubchand, que iba con su familia en el barco y por aquel entonces contaba con 8 años de edad: “Nos dijeron que nos pusiéramos los chalecos salvavidas, luego bajamos a los botes y fuimos subidos a bordo del Atlantis. La mayoría éramos indios que vivíamos en Gibraltar. Íbamos muy contentos pues ya estábamos cerca de la India, pero todo cambió al abordarnos el Atlantis. Recuerdo que había varias mujeres embarazadas que tuvieron que subir con una camilla atada a una grúa. El comandante del Atlantis salió a saludarnos y nos dijo que lo sentía mucho, que no tenía nada en contra de los indios, pero que tenía que cumplir las órdenes de hundir o apresar a todo barco británico”.
Submarino británico HMS Tuna que hundió al Tirranna. |
Una vez que se transbordó a la tripulación y pasaje del Kemmendine al Atlantis, éste disparó varios cañonazos al barco inglés con sus baterías de 150mm, el cual comenzó a arder; finalmente le lanzó dos torpedos y el barco se hundió rápidamente. El pasaje capturado es distribuido en diferentes estancias del barco. Oficialmente son prisioneros del III Reich, pero la marinería alemana confraterniza con los indios e incluso echan partidas de cartas con ellos, comparten la comida y llegan a fabricar una cuna de madera para uno de los niños recién nacidos a bordo. Los alemanes ven a los indios como esclavos del Imperio Británico y los indios a éstos como gente que se limita a cumplir órdenes sin cuestionar si son buenas o malas. Durante los sucesivos ataques del Atlantis a otros cargueros, el pasaje es encerrado en sus camarotes para que no sean testigos del combate. El comandante del Atlantis es el capitán de fragata Bernhard Rogge, que tiene por norma rescatar a los tripulantes y pasaje de los barcos capturados o hundidos. Al final de la guerra publicaría un libro con sus memorias “Bajo diez banderas: la odisea del Atlantis” luego se haría una libre adaptación del libro con la película “Bajo diez banderas” producida por Dino de Laurentis. El Atlantis lleva muchos meses sin arribar a puerto alguno, con lo cual el barco está repleto de civiles de muchas nacionalidades, etnias y religiones.
Pasados tres meses en altamar, la vida a bordo del Atlantis es cada vez más difícil por la falta de espacio y la escasez de víveres. El 4 de agosto de 1940, el capitán del Atlantis toma la decisión de transferir a los prisioneros de origen indio y británicos a un barco capturado de bandera noruega, el Tirranna. El barco, con 273 prisioneros y una tripulación de 16 hombres, pone rumbo a la Francia ocupada por los nazis. Cruzan el océano Índico, la costa de Sudáfrica, el Atlántico y el Golfo de Vizcaya sin incidencias; el destino del Tirranna es la ciudad de Burdeos. El pasaje está inquieto por llegar a tierra, llevan demasiado tiempo en alta mar, y algunos de los indios hablan entre bromas de que van a abrir tiendas en Francia y a hacer negocios. El domingo 22 de septiembre de 1940, cerca del estuario de Gironde, el submarino británico HMS Tuna (N94) al mando del Teniente Comandante Maurice Cavenagh, intercepta al Tirranna y le lanza tres torpedos que hacen blanco. En cuestión de minutos el barco comienza a escorarse y hundirse. Algunos pueden subirse a los pocos botes salvavidas que han podido arriar, otros nadan y se aferran a restos flotantes, otros mueren a causa de la explosiones o ahogados en los mamparos que no se pueden abrir.
Placa en memoria de los fallecidos en los hundimientos. Piaza de Gibraltar |
Al igual que Ulises que al terminar la guerra de Troya quiere regresar a Ítaca y sufre un largo periplo, Krishna Khubchand y otros sindhis tenían planeado llegar a la India, dos de los tres barcos en los que vivieron, fueron hundidos y terminaron en un campo de prisioneros en Francia. Para el niño Krishna no termino la cosa ahí, de Francia viajo a España, luego a Gibraltar para terminar en Tánger. Además de la auténtica odisea de viajes y cambio de países, Krishna había perdido a toda su familia en el hundimiento del Tirranna, siendo él, el único superviviente de su familia. Con los años Krishna se casaría y formaría una familia, sigue viviendo en Gibraltar. En la plaza Piaza de Gibraltar hay una placa recordando a las victimas indias gibraltareñas de la Segunda Guerra Mundial. En los recuerdos de Krishna no queda un ápice de odio, solo recuerda los buenos momentos y la ayuda que le prestaron los de uno y otro bando.
El autor Ramchandani, con el protagonista de la historia Krishna Khubchand en Gibraltar. |